Hoy casi no se siembra lino ni se hila la lana a nivel doméstico, abunda la buena luz, ha cambiado el modo de vivir y por esto y otras múltiples causas, apenas quedan rastros del filandón. Esas tardes invernales de antaño, donde en lo rural, las mujeres se reunían alrededor del lar para hilar y sin dejar esta tarea contaban cuentos, esta atmósfera me provoca una sensación anhelada de mi infancia que he canalizado mediante Filandón. A través de la experimentación con prendas asimétricas, combinación de texturas y gráfica utilizo el textil como lienzo para canalizar ese momento donde el mundo desaparece y toda tu realidad está centrada en lo que escuchas.